Saturday, 11 September 2010

Historia de un bus que no llega



La capital de El Salvador, este pequeño país centroamericano, amaneció durante esta semana con un inmenso caos: La mara 18 y la mara Salvatrucha, las principales y más actuales pesadillas de Centroamérica, amenazaron con quemar autobuses y negocios que presten servicios. Las maras (gangs) ordernaron un paro de transporte de 72 horas en El Salvador.


La medida de los mareros recuerda los días de la recién pasada guerra civil (1980-1992) cuando las guerrillas ordenaban paros del transporte y del comercio con el fin de sabotear "la economía enemiga".


Las pandillas han respondido de esa manera a la aprobación la semana pasada por el Congreso legislativo de una ley que proscribe y penaliza duramente a los grupos ilegales, como pandillas y maras. La ley igualmente endurece las penas contra aquellos que cooperen con las pandillas, sea económica o logísticamente.


El transporte público en el país, normalmente, es decir, sin “toque de queda” implementado por el crimen organizado, ya es un caos. Y este paro de transporte decidido por los mareros es el retrato de la nueva y persistente guerra que se vive El Salvador que revela los niveles de violencia e incoherencia del Estado que está cada vez mas hundido en el conflicto con el crimen – fruto también de los acuerdos no cumplidos que mantienen el país bajo un sistema de desigualdad social que hace con que más de 40% de la población esté en la pobreza.


El artículo en el periódico salvadoreño ContraPunto, “Historia de un bus que no llega”, es un excelente texto de Joahna Peña que utiliza muchas expresiones locales para relatar con sensibilidad la lucha diaria de un pueblo que de sol a sol busca no más hacerse la vida para traer un magro sustento diario y aun tienen que enfrentar, o someterse, a los grupos dedicados al crimen que son capaces de generar caos y zozobra en todo el país.


Llegar al trabajo es, por estos días, una tarea casi titánica.


Estoy parada, a buena mañana, a la orilla de la carretera Panamericana, a la entrada de mi pueblo, San Rafael Cedros, Cuscatlán. Siempre estoy aquí a esta hora, el inicio de esa rutina eterna que implica estar aquí, bajo el llamado “Palo de Hule”, en espera del bus que me lleve a San Salvador.


Pero el bus no llega.


Ha calado hondo el paro al transporte que, desde ayer martes, ordenaron pandilleros de la Mara 18, por un periodo de 72 horas."


LEA EL ARTICULO COMPLETO AQUI.

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