Friday 9 July 2010

¡Cristianos salvadoreños, sosegad! Fe y Estado no se mezclan.

Dado que he recibido algunos comentarios y respuestas, principalmente por email, al post anterior, me manifiesto nuevamente para un intento de aclaración.


Ya me imaginaba que mi texto podría ser causante de reacciones entre algunos cristianos, pero créenme que no lo he escrito porque quisiera provocar malestar a nadie. Apenas no he podido dejar de manifestarme sobre este episodio poderoso, emblemático y histórico de El Salvador, es decir, que incluye el acto de barbarie per se del 20 de junio y la absurda respuesta de las autoridades.


¿Por qué absurda? Mi posición no es un ataque a la palabra de dios, sino una critica a la OBLIGATORIEDAD de que se lea la palabra de dios. (Y esto aun sea previsto en la ley, estoy enterado, la salvaguardia para los que no quieren atender la sesión de lectura. Aun así el Estado si está posicionando en una materia que no le toca).


Yo soy cristiano y no le niego nunca a nadie. No lo soy, quizás, en el sentido - que incluso puede ser que esté correcto - que plantea que el verdadero cristiano lo vive la fe, al diario; adopta la fe y un especifico estilo de vida como una postura de existencia. Vale. No, si este es el único sentido real de ser un cristiano, entonces no lo soy.


Pero si también lo es aquel que cree en dios y en cristo entonces si lo soy. Pero mas allá, independientemente de lo que soy o no soy, de lo que creo o no creo, defiendo que no es correcto establecer la Biblia como el instrumento “verdadero” de inculcar valores o de reconstrucción del tejido social. El concepto de verdad, sobretodo en este ámbito, es una cuestión de fe, y fe no se le obliga la gente a tenerla, ni se les educa a asimilarla. Fe es una experiencia íntima y personal que no puede y no debe estar sujeta a las conveniencias políticas.


EL ANTIGUO TEMA DE LA VERDAD


No creo en el cristianismo militante, ni tampoco en ninguna religión militante. La fe la ejerce, la tiene y/o la vive uno por opción, por libertad individual radical, por el toque del Espíritu Santo; y no porque se le inculcaron, porque se les estableció la convención a creer.


Uno no tiene fe porque sigue o cree en el conjunto de valores, y códigos, que cierta religión establece, sino al revés; uno sigue o acepta determinadas conductas porque tiene fe. La fe viene primero, y esto no se le puede enseñar a uno, u obligársela a vivir.


Y, sobretodo, esto derecho a la fe en la vida en sociedad de un Estado democrático y de derecho debe ser algo inalienable y abierto. Algo que no puede ser aplicable solo a la fe cristiana, sino a cualquier tipo de fe, en cualquier religión. Porque puede ser que yo crea que la verdad sea la Biblia, y lo demás sean deturpaciones. Sin embargo, el otro, que también es tan humano como yo, que tiene tanta fe como yo pero en otra religión, también tiene el derecho de creérselo en lo que quiera y de decir, por ejemplo: el Corán es la palabra sagrada.


MI FE ES MAS VALIDA QUE LA TUYA(¿!)


¿Quisieran los cristianos que en su país hubiera una ley que estableciese en todas las escuelas de la nación la obligatoriedad de leer siete minutos diarios del Corán?

¿O acaso dirán los cristianos que el Corán no es un libro apropiado para reconstruir el tejido social e inculcar valores validos para la sociedad?

¿No lo es por que? ¿Por que no es un libro de Dios Jehová? ¿Por que no es la verdad? Pero es el libro del dios Allah; es la verdad musulmana. Entonces si lo es apropiado para los musulmanes.


Así que el gran peligro, y es un peligro obvio, reside en que una ley como esta, al final y al cabo, está impregnada de valores discriminatorios. Es decir, el hecho de que la mayoría de los nacionales de El Salvador sea cristiana, no pude significar que el país pueda considerar la Biblia como “EL” libro sagrado - y consagrado por legislación estatal.


Esto es cosa medieval, retrograda al extremo. Esto es lo que hacen algunos países islámicos, tan duramente criticados por el Occidente (y a veces con razón) por su fundamentalismo y pintados como fanáticos.


¿Quiere El Salvador, además de ya recibir el triste e “impresionante” titulo de uno de los más violentos países del mundo, añadirse el titulo de fanático fundamentalista? Si, porque si hay una tendencia de la política-estatal para valorar mas una fe que otra, entonces, perdona, pero hay que ser directo, estaremos convierténdonos en un Estado fanático.


!ESTADO, NO SE META EN LA FE!


Y, para concluir, que el país, principalmente sus autoridades civiles máximas (parlamento, presidente) adentre a esto tipo de debate en un momento como lo que se vive en El Salvador, es digno de un cuento surrealista de Gabriel García Márquez. Debatir lo cuanto esta medida puede reducir la violencia (aparte de ser legítima o no, de herir la Constitución o no) es propio de un día en la ciudad de Macondo. Como afirma el rector de la Universidad Centroamericana José Siméon Cañas, UCA, José María Tojeira “los diputados siempre nos sorprenden con su bajo nivel no sólo intelectual, sino político. Poner la lectura de la Biblia en la escuela como uno más entre los remedios a la actual violencia y delincuencia no deja de ser asombroso. El contexto nacional, con tanta diversidad de opiniones entre las iglesias, con la presencia de grupos fundamentalistas que no dudan en afirmar que quienes no interpretan la Biblia como ellos van automáticamente al infierno aunque sean buenos ciudadanos, no parece dificultar la medida ni preocupar a los diputados".

¡Que el buen juicio prevalezca en El Salvador!

2 comments:

Ediane Oliveira said...

Tema interessante e polêmico realmente. Acredito que a fé é capaz de mudar diversas questões humanas, pois ela por si só consegue ser surreal. Não é palpável, nem vista, mas sentida. E conseqüentemente vivida.

Entretanto, não deve ser colocada como divisor de águas de uma sociedade violenta e amedrontada, movida por inexperiências políticas. Acredito sim que ela pode servir como um instrumento amenizador de problemas presentes e aparentemente insolúveis. Mas não como lei. A coloco ao lado da arte nesse contexto: surreal, contestadora, subjetiva e transformadora, ainda que não possua total capacidade de mudança dentro de um parâmetro político social. Mas ela causa efeitos.

"Não basta" apenas crer e colocar todas as tempestades sociais em cima de algo imposto. "Essa fé" não deve e não é responsável por falhas ou vitórias humanas e políticas.

Nada que é obrigatório, transforma realmente em sua essência e dá frutos benéficos. O homem tornou-se responsável pela sua realidade e pelo seu mundo.

E a política se cala... ou responde "de mãos limpas", postergando suas responsabilidades.

Luciane Adam said...

Realmente, é quase inacreditável ainda vermos o Estado interferindo no sagrado direito de liberdade de crença.
Salvo engano, El Salvador é signatário da Declaração Universal dos Direitos do Homem, onde é assegurado a todo cidadão liberdade de pensamento, consciência e religião (incluído o direito de mudar de religião ou crença e sua livre manifestação).
Me surpreendi com o perfil do deputado que propôs a lei (ex militar e atualmente evangélico) e, mais ainda, com o número cabalístico dos sete minutos diários.
Me pergunto se os 46 parlamentares que aprovaram essa medida cumprem, a risca e diariamente, o "seu mandamento".
Aleks, se tiveres conhecimento de alguma pesquisa sobre a eficácia dessa medida contra a criminalidade, informe! Não me parece que essa política de "catequização" altere os números de violência, tampouco os requintes de crueldade dos crimes, mas as estatísticas podem confirmar - ou não - minha ideia.
E, como cristã, acredito que Deus possa agir no coração das pessoas sem intervenção do Estado.