Sunday, 8 March 2009
El Salvador vencerá
¿Por que tanta gente se sorprende cuando se le dice que soy brasileño, pero también salvadoreño? Basado en las interrogantes no raras veces oídas, parece que a muchos resulta difícil comprender que uno pueda enorgullecidamente tener dos nacionalidades latinoamericanas. Y esa sorpresa procede de los compatriotas de los dos países.
Recuerdo que en una ocasión en San Salvador, durante una cena con amigos “100%”salvadoreños” cuando tenia poco de haber llegado al país, me preguntaban la razón por la cual había salido de Londres para irme a El Salvador, aunque por un periodo relativamente corto, sin ninguna motivación especifica strictu sensu. Es decir, yo no había llegado al país para trabajar para una ONG, o para algún proyecto de las Naciones Unidas, o para hacer voluntariado en una comunidad rural como se supone que un “extranjero” va a hacer. Les contestaba que sí había una motivación práctica dado mis elecciones académicas y profesionales en el campo de las Relaciones Internacionales y que esa elección atravesaba e incluía El Salvador. Como un “brasileño de corazón guanaco”, El Salvador estaba obligatoria y definitivamente en mi agenda personal y académica. Y se reían del sonido nasal (que posee una carga simbólica expresiva en este contexto) que debido al acento los hablantes nativos de portugués suelen reproducir en palabras en castellano como “corazón” – mismo cuando son hijos de hispanohablantes.
Por otro lado, una compañera brasileña-nordestina en el Máster en Barcelona me reprendía con frecuencia por mi insistencia en presentarme en la universidad como mitad salvadoreño dado que, según ella, el hecho de que yo tenga un padre de El Salvador tiene menos peso en mi definición identitaria que mi, indiscutible, formación cultural brasileña-sureña.
Esa curiosa crítica recibida de las dos partes es motivo de reflexión y nostalgia.
Recuérdame lo que me contaba mi madre sobre como yo, cuando niño "cipote", contestaba que era salvadoreño a los amigos de la familia que, ya conocedores del patriotismo guanaco que mi padre me había inculcado, me decían brasileño solo por molestar.
Hoy, aun cuando presuntamente el orden de la globalización es irrefutable, no concebimos, sin embargo, que los movimientos migratorios que ocurren por consecuencia de ese orden, más y más genere situaciones similares, es decir, la doble nacionalidad. Mas curioso todavía es que, por lo menos para quienes viven en Europa, no es sorprendente que alguien sea, por ejemplo, un “british-cypriot”. Pero un brasileño-salvadoreño suena raro.
Latinoamericano por entero
¿Y qué es lo que hay de tan insólito en que alguien valore su condición binacional que se basa no apenas en su pasión y afecto pero, sobretodo, en genética, historia y relaciones? ¿Cuándo hay vínculos vivos, opciones concertadas y trabajadas, voluntad genuina y acciones practicas de rescate y mantenimiento de su país, porque la sorpresa? No se trata solamente de encuentro de origines. Por más nasal que se escuche las palabras terminadas en “ón”, bulle sangre tan tupiniquim como guanaca en mis venas completamente latinas.
Brasil no es solo el país de mi madre, sino uma porta de vidro quebrada com a cabeça, um aniversario com camiseta do Gremio, chimarrao no Quadrado, bandeiras empunhadas, minha Ilha da Magia, meu Bric da Redençao, meu premio na Bahia, minha marcha por Brasilia, minha estada no Piaui. El Salvador no es solo el país de mi padre, sino también son mis cuentos de niñez, tarjetas de navidad, “sana, sana colita de rana”, primos que crecen, terremotos y mudanzas, aviones y navíos, tíos, primos y abuelos, visita de mi hermano, cola en el DUI centro de Santa Tecla, buses, saco y corbata, historias a descubrir; es parte de mi genotipo, de mi tez, de mi fuerza.
Fuerza provenida de volcanes, de resistencia indígena, de lucha campesina, de creatividad, de solidaridad. El Salvador es pequeño en territorio pero grande por su pueblo, decía mi padre. “El Salvador vencerá” me enseñaba él durante el auge del conflicto armado de amargas lecciones. Y, seguramente, yo aun creo en eso. No importa cuánto tiempo viví en Brasil, no importa cuánto tiempo ando de viaje, no importa si muchos ni siquiera conocen a El Salvador. También soy salvadoreño y quiero la victoria para mi paisito.
Hoy, en el día de mi cumpleaños (escribo en la madrugada del nueve aunque el blog insista en decir que es ocho), tan decididamente marcado por la opción brasileña-salvadoreña, tengo apenas un deseo que hacer cuando sople las velitas del pastel. Quiero que la esperanza se convierta en realidad. Quiero luz sobre la antigua y continua oscuridad política del país. Quiero el nuevo. Quiero vida, paz y libertad para El Salvador.
En el 15 de marzo de 2009, quiero gritar: ¡El Salvador venció!
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4 comments:
Querido compa centroamericano, yo también sé lo que es tener doble nacionalidad, y también hay las del corazón... no soy salvadoreña pero recordarás las aventuras guanacas y la esperanza compartida por esa tierrita linda. El Salvador vencerá... gracias por compartir este pedazo de vida, y de paso, feliz cumpleaños...
El Salvador me lembra, lá dos tempos de primeiro grau, guerrilha e pessoas sendo alvejadas na rua.
Gostaria de saber de um lado mais bonito , pois sabemos que, apesar da violência, Rio de janeiro continua sendo a cidade maravilhosa.
Talvez tu possas me falar deste El Salvador que desconheço. Seria como saber um pouco mais de ti também.
Estimada Mo..
Gracias por los saludos y espero, con todo corazón, que El Salvador avance en su jornada victoriosa a partir del dia 15.
Cara Luisa,
Realmente El Salvador tem uma longa historia triste, mas tem tambem, como bem presumes, esse lado bonito a descobrir, contar e celebrar. Contaremos.
Saludos fraternales
...Y pudiste gritar: ¡El Salvador venció!
Bonito este amor por tus dos países, por tu doble nacionalidad y bonito relato del "corazón partido". Me gusta la gente que ama el lugar de dónde viene y lo defiende y lucha por él.
Y creo que es por insistir tanto en tu condición de brasileño-salvadoreño, que hoy sé algo más de El Salvador!! Y más que sabré porque te iré leyendo.
Un saludo!!
Annna
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