Sunday 28 March 2010

Si me matan, resucitaré en mi pueblo


Homilía dominical en San Salvador, 23 de marzo de 1980:


Yo quisiera hacer un llamamiento, de manera especial, a los hombres del ejército. Y en concreto, a las bases de la Guardia Nacional, de la policía, de los cuarteles... Hermanos, son de nuestro mismo pueblo. Matan a sus mismos hermanos campesinos. Y ante una orden de matar que dé un hombre, debe prevalecer la ley de Dios que dice: "No matar". Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la Ley de Dios. Una ley inmoral, nadie tiene que cumplirla. Ya es tiempo de que recuperen su conciencia, y que obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado. La Iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la Ley de Dios, de la dignidad humana, de la persona, no puede quedarse callada ante tanta abominación. En nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: Cese la represión.

[Catedral estalló en aplausos]

El ex obispo de El Salvador, Monseñor Oscar Arnulfo Romero, es quizás el salvadoreño más conocido a nivel mundial. Él fue “la voz de los sin voz”. Por su trabajo eclesiástico en contra de las injusticias fue asesinado, en un periodo que la guerra civil en el país estaba a punto de estallar, el 24 de marzo de 1980, mientras conducía una misa, a manos de los Escuadrones de la Muerte.

Monseñor Romero sigue tan vigente, que incluso podría llegar a ser santo. Actualmente está abierto un proceso en Roma que estudia dicha posibilidad, pero las divisiones sociales y políticas en el país están entrampando el proceso.

En este primero aniversario de la muerte de monseñor Romero bajo el primero gobierno de izquierda de la historia salvadoreña, inúmeros actos de memoria, homenajes y excelentes materiales de prensa han sido producidos sobre la vida y el legado de Monseñor.

Entre ellos, destaque para:

El extenso articulo “Así matamos a monseñor Romero”, con una impresionante entrevista con el ex capitán Alvaro Saravia, uno de los asesinos.

“El mayor D´Aubuisson fue parte de la conspiración para asesinar a monseñor Romero, aunque el tirador lo puso un hijo del ex presidente Molina, dice el capitán Álvaro Saravia. 30 años después, él y otros de los involucrados reconstruyen aquellos días de tráfico de armas, de cocaína y de secuestros. Caído en desgracia, Saravia ha sido repartidor de pizzas, vendedor de carros usados y lavador de narcodinero. Ahora arde en el infierno que ayudó a prender aquellos días cuando matar "comunistas" era un deporte”.

Lea entrevista completa en el sitio del periódico salvadoreño on line El FARO aquí.

English Version:

“Major Roberto D´Aubuisson participated in the conspiracy to assassinate Archbishop Romero, although a son of former president Molina provided the sniper, asserts Captain Álvaro Saravia. Thirty years later, he and some of the other people implicated in the crime reconstruct those days of arms trafficking, cocaine and kidnapping. Reduced to ignominy, Saravia has been a pizza delivery man, a used car salesman and a drug money launderer. Now he is burning in the hell he helped create during a time when killing “communists” was a sport”

How we killed Archbishop Romero (read it here).

La revista salvadoreña ContraPunto, de la cual soy colaborador, a los 30 años del asesinato del Arzobispo Oscar Arnulfo Romero Galdámez, presenta un suplemento que recoge hechos, ideas, declaraciones en recordación al obispo mártir, la personalidad más representativa de todos los salvadoreños. Un excelente material que hace un recorrido sobre la vida y obra de Romero. Lea aquí.


Otro excelente artículo que vale la pena y nos muestra la extensión del legado de Monseñor Romero es texto publicado en el influente y prestigioso periódico británico The Guardian (aquí)


Hoy, a las 18h de la tarde, estaré con centenares de personas recordando el valor y la importancia de Monseñor Romero en una misa conmemorativa al trigésimo aniversario de la muerte de Monseñor Romero en la imponente y famosa Abadía de Westminter, en frente al parlamento británico, acá en Londres.

¡Monseñor Romero vive!

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