Sin embargo, en este periodo de pánico personal al asomarse los plazos para la finalización de mi tesina de maestría, me pareció inevitable mencionar una descubierta reciente:
El apodo de pulgarcito de América dado a El Salvador, tan popular, tan intensamente presente en el imaginario de la población, tan caro a propias definiciones de la identidad cultural del país, no ha sido formulado por la poetisa chilena Gabriela Mistral, como siempre se ha asumido. Mistral fue la primera escritora latinoamericana a ganar un Premio Nobel y su visita al país en la década de 30 siempre fue motivo de orgullo para los salvadoreños, bien como el apodo.
Sin embargo, un articulo del doctor en literatura Rafael Lara Martinez revela que el autor del sobrenombre es un otro escritor salvadoreño, Julio Enrique Avila. Y aun mas, ha sido Roque Dalton, la vaca sagrada de la literatura centroamericana, uno de los nombres responsables por esta rescritura de la historiografía literaria nacional.
Excelente texto y sorprendente y aclaradora revelación aquí, en el sitio de la Asociación para el Fomento de los Estudios Históricos en Centroamérica.