En ContraPunto - El continente americano está dividido entre norte y sur, entre la América anglosajona y la América Latina. Y no solo es una división geográfica y cultural; también las visiones políticas sobe asuntos cruciales marcan una distancia entre ambas regiones que, lejos de disminuir, se va acrecentando con el tiempo.
La posición ante Cuba, las políticas económicas y de desarrollo, el conflicto entre Argentina y Reino Unido por las islas Malvinas y la estrategia de lucha contra el narcotráfico son algunos de los temas polémicos que se han tratado en la VI Cumbre de las Américas que se celebró este fin de semana en Cartagena de Indias, Colombia.
Es un paso más en un proceso que viene desarrollándose en la última década, que presenta una América Latina menos influenciable por los designios del gobierno de la primera potencia mundial.
Los países buscan otras relaciones más equitativas e incluso algunos se declaran abiertamente como opositores de la mayoría de políticas impulsadas desde Washington.
Oficialmente, la reunión estaba planteada sobre cinco ejes temáticos que tienen que ver con el desarrollo económico, la equidad, el acceso a la tecnología y la integración, bajo el lema “Las Américas interconectadas como socios para la prosperidad”.
Tras los foros y reuniones previas, las sesiones de comparecencias de los jefes de Estado fueron privadas. En un hecho sin precedentes, los mandatarios hablaron a puerta cerrada, sin prensa.
Tras las conversaciones, no fue posible una declaración final conjunta y consensuada, lo cual, según analistas citados en medios internacionales, evidencia una división entre norte y sur del continente que cada vez es mayor, sobre todo empujada por el afán que tiene América Latina de emanciparse del poder estadounidense.
Paradójicamente, fueron dos asuntos que no estaban en esa agenda oficial los que impidieron esa declaración unánime; Cuba y el conflicto entre Argentina y Reino Unido por las islas Malvinas.
En este último caso, la presidenta argentina, Cristina Fernández, dejó claro que no estamparía su firma en ningún documento que no incluyera una mención a la pugna histórica que libran ambos países por el archipiélago del Atlántico Sur, conflicto avivado en los últimos meses por el envío de un barco de guerra británico a la zona.
En el caso de la no inclusión de Cuba en la cumbre, ello propició la inasistencia de los presidentes de Nicaragua y Ecuador, Daniel Ortega y Rafael Correa, mientras que el presidente venezolano, Hugo Chávez, se excusó por sus problemas de salud. El presidente de Bolivia, Evo Morales, criticó duramente la exclusión de la isla en su comparecencia.
Cuba, tan presente como ausente
La no inclusión de Cuba es una constante en los foros continentales en los que está Estados Unidos, cuyo veto al gobierno caribeño no solo se traduce en un bloqueo económico y comercial que dura medio siglo, sino que se extiende al ámbito de la diplomacia.
Desde la primera Cumbre de las Américas, promovida por el ex presidente de Estados Unidos Bill Clinton en 1994, el gobierno de Cuba ha estado excluido de la misma.
Sin embargo, Latinoamérica no parece dispuesta a que la situación continúe, y ha dejado meridianamente claro al gobierno estadounidense que si quiere organizar reuniones continentales deberá incluir a Cuba.
En su discurso de apertura del evento el sábado, el anfitrión, Juan Manuel Santos, presidente de Colombia, planteó, por un lado, que sería “inaceptable” una próxima Cumbre de las Américas sin Cuba y consideró que “el embargo” de Estados Unidos a la Isla ha demostrado su “ineficacia”, y que “en el mundo de hoy no se justifica ese camino, (…) un anacronismo que nos mantiene anclados a una era de Guerra Fría superada hace varias décadas”.
La respuesta del presidente estadounidense, Barack Obama, se limitó a pedir democracia para la isla. Para Obama, en precampaña para las elecciones presidenciales del próximo mes de noviembre, el tema de Cuba es en este momento completamente inabordable, pues cualquier concesión al diálogo sería utilizada en su contra por sus contrincantes republicanos.
Ese mismo día, un grupo de países integrado por Venezuela, Nicaragua, Ecuador y Bolivia, dejaron claro que no asistirán a más cumbres de este tipo sin la presencia de Cuba,
"Manifestamos nuestra decisión de no participar en las próximas Cumbre de las Américas sin la presencia de Cuba", decía la declaración conjunta de estos países.
El tema ha sido una de las constantes en la cumbre, llegando a calar la sensación al final de la misma de que no habrá otras en el futuro si no se soluciona este punto, es decir, si Estados Unidos y Canadá, principales opositores a la participación del gobierno cubano, no flexibilizan su posición.
Y es que no solo los países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) han mostrado esa posición.
Otros gobiernos poco sospechosos de ser enemigos de Estados Unidos, como el de Colombia, se pronunciaron en ese sentido. En definitiva, quedó claro que el tratamiento que se da a Cuba en el continente marca claramente una escisión profunda entre Norteamérica y América Latina.
Y esto lo ilustra la posición sentada por alguien poco sospechoso de ser enemigo u opositor a los interese de Estados Unidos: el presidente de El Salvador, Mauricio Funes.
En su comparecencia de este domingo ante el resto de mandatarios, Funes se puso en sintonía con Santos al considerar que la exclusión de Cuba de este foro constituye “una deuda histórica” que debe ser subsanada.
“Cuba es parte inescindible del cuerpo y el alma latinoamericanos y miembro pleno por geografía, por derecho y por historia del continente americano”, proclamó el mandatario.
También argumentó que “para contribuir al bienestar del pueblo cubano y a su grandeza debemos promover su integración al proceso de unidad regional y continental”.
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Por tanto, declaró solemnemente Funes, “El Salvador, como ya lo han hecho otras naciones de este hemisferio, aboga por la participación de pleno derecho de Cuba”.
“Aspiramos, entonces, que en la próxima edición de esta Cumbre, la representación del hermano pueblo cubano pueda sumarse al esfuerzo de integración regional con el que todos estamos comprometidos”, añadió.
La próxima Cumbre de las Américas está prevista en Panamá en el año 2015. Quiere decir que, si Obama es reelegido, ya sin presiones electorales, tiene la oportunidad de avanzar hacia un entendimiento diplomático mínimo con Cuba que al menos permita algo en este momento imposible; que él y el jefe de Estado cubano puedan hacerse una foto juntos, aunque sea rodeados por otros presidentes.