Algunos creen que esa será una elección histórica porque, independientemente de quien gane, (en El Salvador, sencillamente hablando, la política organizase bajo la polarización entre Arena, derecha y FMLN, izquierda) habrá un movimiento de las dos fuerzas partidarias hacia al centro que es entendido como benéfico para el modo de hacer política salvadoreño. En realidad, se entiende que eso movimiento ya ocurrió y seguirá ocurriendo.
Pero lo que realmente significa el tal “centro” es una cuestión abierta, tan misterioso como lo gelatinoso concepto de clase media. ¿Lula es el centro? ¿O lo es Bachelet? ¿Kirchner?
El debate de nueva izquierda, que ya nos es tan nuevo en Brasil, es sin duda necesario que ocurra en El Salvador. Pero, ojo! No apenas no sabemos todavía lo que es esa señora que unos llaman de “izquierda moderna” como no necesariamente - en el caso de que El Salvador adoptase esa vía – tendríamos solamente a traves de ella la solución para los problemas de madurez institucional del país. Mas que una izquierda renovada, El Salvador necesita de una derecha menos bizarra, menos asustadora, dado que el propio fundador del partido que representa ese pensamiento (Arena) fue reconocidamente el mentor ideológico de los macabros escuadrones de la muerte.
Por eso que, el momento histórico de El Salvador, configurase de hecho en la vitoria de la izquierda efectivamente, es decir, la ex-guerrilla, el FMLN – convertido a la institucionalidad después de una sangrienta guerra – gobernando el país. Eso si será prueba de madurez. Eso si representara la evolución de la sociedad salvadoreña, dando un voto de confianza a la capacidad de su régimen democrático pese la ferocidad de la derecha rabiosa de los retrógrados terratenientes. Lo demás será repetición de error histórico.
En el 15 de marzo, Funes y el FMLN son la esperanza para El Salvador.